
Anticipo que lo siguiente carece hilación e interés para cualesquier lector intermitente, pasivo u ocasionalmente participativo que me honra con el favor de su lectura. Esto es algo generado por las circunstancias de esta tarde.
Estamos esperando que muera el año y durante esa espera, la escena está compuesta de la siguiente manera. Mis parientes están inmersos cada uno en su propio mundo, en un cuarto estamos tres personas de trece, catorce y veintiseis años respectivamente, cada una instalada en su computadora.
No estamos en un ciber café, estamos en la casa de un tío. El individuo uno está verificando ansiolíticamente que sus amigos hayan "firmado" su metroflog; el individuo dos está viendo un video de unos dibujos animados que llevan por nombre "Naruto" y la individuo tres está externando sus pensamientos más privados en una especie de diario cibernético que pueden leer miles de personas, de diferentes países, idiomas, religión o posición económica. (No me refiero a que todo el mundo quiera leer mi blog, sino al carácter global que tiene la internet, sólo por aclarar)
Una cuarta persona cuya edad es incierta, ingresa al cuarto, después de contemplar el panorama dice: "Se van a quedar ciegos y sordos de tanto que pasan en ese /&%$##"## aparato" De repente así como en deja vu, recordé una escena semejante que sólo varía porque en esa ocasión eramos otras personas y el aparato enajenante era una pantalla de televisión.
Al principio me quedé pensando que años mueren, años nacen y poco a poco comienzo a sentirme menos joven (es mejor decirlo así, a decir que me siento vieja) quisiera pensar que no es tanto eso, sino que soy parte de una generación de transiciones. Y eso es fabuloso, somos así como testigos de un cambio de cultura vertiginosa. No sé si estoy divagando demasiado.
Cuando mis primos nacieron eran demasiado pequeños para darse cuenta de tantos cambios, pero aquellos que nacimos en los ochentas y principios de los noventas, somos privilegiados de ver nacer y morir usos y costumbres, formas de vivir, de experimentar. En este caso, estos cambios están relacionados en su mayoría a las tecnologías de la información, pero no dejan de ser interesantes. y seguro que se me van a escapar muchos.
Nosotros escuchamos música en el Walkman, pasamos por el discman y ahora tenemos el ipod o de jodido el mp3. Marcamos números telefónicos con ayuda de un disco giratorio, vivimos la época en que traer un celular era un lujo de pocos y ahora para lo que menos usamos el teléfono es para hablar,porque lo utilizamos más para escribir, para almacenar fotos o videos. Hace unos cuantos años teníamos que esperar para ver cómo había salido una foto y algunos pasamos por la angustiosa duda de verificar si "el rollo se había velado", ahora podemos salir en las fotos exactamente como queremos salir y casi de manera instantánea. Una pantallita con cuatro canales de televisión abierta nos mantenía entretenidos dos horas seguidas, ahora un plasma de cuarenta y dos pulgadas con más de cien canales nos aburre a los diez minutos y resulta más atractivo pasar las horas en you tube, posteando, jugando on-line o "conociendo gente" sin salir de casa.
Como dije al inicio, estoy divagando. El gran Daniel Cassany dice que un buen escritor siempre tiene un propósito para escribir, en este caso el mío es sentir un poco menos de ansiedad de ver morir al buen dos mil ocho. La realidad es que el tiempo transcurre tan lento o tan rápido en función de con quién y cómo se viva. Y mi tiempo ha corrido como gotas de agua sobre el tejado, porque este año me ha regalado muchas cosas, pero la más trascendente: el seguir viva y al lado de mis familiares, que se conservan vivos también.
No me gusta hacer propósitos, no los cumplo. No me gustan las felicitaciones plurales, siente uno que en realidad no felicitó a nadie.
Pero a pesar de eso, les deseo mucha salud, mucho trabajo y que tengan muchas cosas hermosas durante el dos mil nueve las cuales de paso podrán postear, para compartir al mundo. Gracias por estar aquí, que Dios les bendiga.