miércoles, 31 de diciembre de 2008

¿Generación de transiciones?



Anticipo que lo siguiente carece hilación e interés para cualesquier lector intermitente, pasivo u ocasionalmente participativo que me honra con el favor de su lectura. Esto es algo generado por las circunstancias de esta tarde.

Estamos esperando que muera el año y durante esa espera, la escena está compuesta de la siguiente manera. Mis parientes están inmersos cada uno en su propio mundo, en un cuarto estamos tres personas de trece, catorce y veintiseis años respectivamente, cada una instalada en su computadora.

No estamos en un ciber café, estamos en la casa de un tío. El individuo uno está verificando ansiolíticamente que sus amigos hayan "firmado" su metroflog; el individuo dos está viendo un video de unos dibujos animados que llevan por nombre "Naruto" y la individuo tres está externando sus pensamientos más privados en una especie de diario cibernético que pueden leer miles de personas, de diferentes países, idiomas, religión o posición económica. (No me refiero a que todo el mundo quiera leer mi blog, sino al carácter global que tiene la internet, sólo por aclarar)

Una cuarta persona cuya edad es incierta, ingresa al cuarto, después de contemplar el panorama dice: "Se van a quedar ciegos y sordos de tanto que pasan en ese /&%$##"## aparato" De repente así como en deja vu, recordé una escena semejante que sólo varía porque en esa ocasión eramos otras personas y el aparato enajenante era una pantalla de televisión.

Al principio me quedé pensando que años mueren, años nacen y poco a poco comienzo a sentirme menos joven (es mejor decirlo así, a decir que me siento vieja) quisiera pensar que no es tanto eso, sino que soy parte de una generación de transiciones. Y eso es fabuloso, somos así como testigos de un cambio de cultura vertiginosa. No sé si estoy divagando demasiado.

Cuando mis primos nacieron eran demasiado pequeños para darse cuenta de tantos cambios, pero aquellos que nacimos en los ochentas y principios de los noventas, somos privilegiados de ver nacer y morir usos y costumbres, formas de vivir, de experimentar. En este caso, estos cambios están relacionados en su mayoría a las tecnologías de la información, pero no dejan de ser interesantes. y seguro que se me van a escapar muchos.

Nosotros escuchamos música en el Walkman, pasamos por el discman y ahora tenemos el ipod o de jodido el mp3. Marcamos números telefónicos con ayuda de un disco giratorio, vivimos la época en que traer un celular era un lujo de pocos y ahora para lo que menos usamos el teléfono es para hablar,porque lo utilizamos más para escribir, para almacenar fotos o videos. Hace unos cuantos años teníamos que esperar para ver cómo había salido una foto y algunos pasamos por la angustiosa duda de verificar si "el rollo se había velado", ahora podemos salir en las fotos exactamente como queremos salir y casi de manera instantánea. Una pantallita con cuatro canales de televisión abierta nos mantenía entretenidos dos horas seguidas, ahora un plasma de cuarenta y dos pulgadas con más de cien canales nos aburre a los diez minutos y resulta más atractivo pasar las horas en you tube, posteando, jugando on-line o "conociendo gente" sin salir de casa.

Como dije al inicio, estoy divagando. El gran Daniel Cassany dice que un buen escritor siempre tiene un propósito para escribir, en este caso el mío es sentir un poco menos de ansiedad de ver morir al buen dos mil ocho. La realidad es que el tiempo transcurre tan lento o tan rápido en función de con quién y cómo se viva. Y mi tiempo ha corrido como gotas de agua sobre el tejado, porque este año me ha regalado muchas cosas, pero la más trascendente: el seguir viva y al lado de mis familiares, que se conservan vivos también.

No me gusta hacer propósitos, no los cumplo. No me gustan las felicitaciones plurales, siente uno que en realidad no felicitó a nadie.

Pero a pesar de eso, les deseo mucha salud, mucho trabajo y que tengan muchas cosas hermosas durante el dos mil nueve las cuales de paso podrán postear, para compartir al mundo.
Gracias por estar aquí, que Dios les bendiga.

martes, 30 de diciembre de 2008

Forrest y Buba











Si hubiera sabido que esa iba a ser la última vez que hablaba con Bubba, hubiera pensado decirle algo mejor:
-Hey, Bubba.
-Hey Forrest.
-Forrest ¿por qué ha pasado esto?
-Porque te hirieron.
Luego Bubba dijo algo que nunca olvidaré.
-Quiero ir a casa.
Bubba era mi muy mejor amigo y hasta yo sé que eso es algo que no se encuentra a la vuelta de la esquina. Bubba iba a ser el capitán de un barco camaronero pero…en vez de eso: murió junto a aquél río de Vietnam. Y es todo lo que puedo decir acerca de eso.

martes, 23 de diciembre de 2008

Caja de regalos


Debido a la reflexión de Shacelli en torno a los regalos, recordé acerca de la emoción que conlleva preparar un obsequio. Les compartiré una experiencia.

Fue hace cinco años. Recibí una carta muy emotiva, con varios detalles, lo cual me impulsó a corresponder la dádiva. Se trataba de un amigo, confidente por el cual yo sentía algo más que simple afecto. Mi amigo vivía en otra ciudad y yo aproveché la venida de un compañero suyo para enviarle un presente.

No tenía idea de lo que quería regalarle. Sin embargo, conseguí una vela aromática, una bolsa de nueces, un chocolate, algo de café, una taza, un discman, muchas fotos, muchos detalles pequeños, hojas y papel. Todo lo guardé en una caja, pero de manera particular.

Al final el regalo quedó así: La caja contenía un pequeño recado con varias indicaciones: Abrirse un sábado de julio a las nueve de la noche, junto a una ventana o en la azotea de una casa; tener disponible agua o leche caliente.

Al abrir la caja venía el discman, con un letrero que indicaba reproducir el disco en su interior. Ahí venía una grabación mía, describiendo los momentos en que debía sacar el resto del contenido de la caja. No nos conocíamos personalmente y por eso todo estaba cargado de bastantes emociones, fotografías, objetos que quise regalarle con valor personal, las canciones que me gustaban y quise compartirle y en los intermedios tenía que sacar una y otra cosa, las nueces, el café…en algún momento observar las estrellas y la luna, aspectos que habíamos dilucidado durante nuestras conversaciones y no podíamos efectuar debido a la distancia.

Fue un lindo regalo. Sólo hubo un detalle. Su compañero olvidó llevarse la caja.

domingo, 14 de diciembre de 2008

La incredulidad mató al gato...


Tengo mucho trabajo, quizá más del que nunca tuve. Me gusta lo que hago, aunque a veces me quite más tiempo del que debería. Hoy recibí estas letras:

Mis palabras ya no te provocan nada. Son como ilusiones perdidas.

A veces miro la Luna y converso con ella, le digo cosas a ver si te las transmite mediante su luz clara y fresca en las noches estrelladas. Por eso cuando no hay estrellas las noches se me hacen tan tristes.

Me pregunto si aún te queda algo de cariño. He notado que tus ausencias y tu indiferencia no son por tanto trabajo, como me dices. Así que ya no me digas más, aunque yo me muera de deseos por saber de ti, ya buscaré la manera de ir olvidando esto que he sentido. No me busques más, adiós.

Me pregunto si vale la pena alejarte de las personas que te quieren, por el trabajo.
Me pregunto si vale seguir con personas que no creen en ti, que piensan que mientes.



domingo, 7 de diciembre de 2008

Paranoias nocturnas



Esta noche estoy soñando despierta. Y en mis quiméricas alucinaciones quisiera poder estar entre mis cuatro paredes, encerrar a unas cuantas personas aquí conmigo, proveernos de una buena cantidad de alimentos y vivir así por unos meses. En lo que se me pasan los malos pensamientos, en lo que se me quita el miedo de vivir lo que dejó de ser la nota roja de los periódicos, para convertirse en las conversaciones silenciosas de la sobremesa matutina...

Esas conversaciones que casi se susurran, por temor de que alguien escuche...esas, que nadie quisiera tener que aludir durante la cena, con la vecina y también a la hora de salida, en el camión, en el buzón...en la cocina.

Vivimos en una época difícil, la era tecnológica, la era de la incredulidad, la era del terror, la era en que nadie confía en nadie, la era de las paranoias nocturnas.


domingo, 30 de noviembre de 2008

Mi lista de conceptos con copyright


Hoy saqué mi cajita de cartas y recuerdos escritos. Es impresionante la cantidad de letras que uno puede acumular en años. Incluso hice el hallazgo de textos escritos hace siete años, cartas que jamás envié, cartas que recibí cuando todavía usaba el correo tradicional… (Sí, esas que vienen en sobre y con timbre postal ¿Alguno de ustedes recibió una carta así?) Así fue como encontré:


Mi lista de conceptos con copyright

No soy una estudiosa de la gramática y menos de la etimología y tampoco pretendo serlo. Indeliberadamente, con el paso del tiempo he ido atesorando frases, conceptos o definiciones extrañas, aplicables a mis propios textos y a mis experiencias particulares. A ese conjunto de letras, he tenido a bien llamarle “Lista de conceptos con copyright” en alusión a un comentario que hizo una amiga virtual mía, que visitaba de manera frecuente mi blog de antaño, el cual eliminé en una tarde de melancolía exagerada. Hoy los encontré en este cajón de mis archivos del pasado y quise desempolvarlos un poquito...

Pocas cosas encuentro tan increíbles que desempolvar letras. Se parece a la sensación de escuchar una vieja canción; reconocer un olor entre la inmensidad; mirar una fotografía de antaño; recordar los detalles de una película. Se produce un viaje en el espacio y el tiempo, una súbita marea de emociones intensas, que se alojan en tu mente y te provocan distintas reacciones. Si ustedes escriben alguna especie de diario íntimo y años después leen pasajes anteriores, comprenderán lo que digo.

Me pasa muy seguido que después de pensar en una tristeza, me ponga a escribir. Pero cuando taladro mi mente con una punta de grafito de 0.5mm, tengo ganas de pedir clemencia a mis sentidos para que termine la tortura y al mismo tiempo es una actividad que me resulta simplemente inevitable y necesaria. Masoquismo puro, creo. ¿Por qué no puedo escribir mucho cuando estoy realmente feliz? Quisiera saber si es un fenómeno exclusivo…

A partir de este hallazgo publicaré poco a poquito mi lista de conceptos, fue escrita durante mis adorables noches de insomnio y surgió como consecuencia de esta tristeza que pago a plazos…y que no sé cuántos abonos me quedan todavía.







martes, 25 de noviembre de 2008

lunes, 3 de noviembre de 2008

Condometric


Recibí a través del correo electrónico la publicidad de este producto. Se trata de Condometric, el primer preservativo que mide el tamaño de pene. Seguro les causará alguna reacción yo no sé si risa, coraje, duda, interés o alguna utilidad... Si alguien se interesa por "saber si el tamaño de su prójimo es más pequeño o más grande" o conocer otros productos curiosos puede consultar esta web.

¿Será verdad que los hombres sin complejos son los potenciales compradores de este artefacto?


sábado, 1 de noviembre de 2008

¿Padeces verborrea ocasional?


Estuve hablando hora exacta en torno a una situación recientemente acontecida en mi vida, me siento agotada. Es un fenómeno que quisiera evitar. Suelo tenerlo con las personas en quienes confio demasiado, relatar hasta los más pequeños detalles, frases y descripciones de gestos y actitudes de las situaciones que acontecen en mi vida.

Las personas que me conocen superficialmente, consideran que soy muy callada, seria. Una prueba más de que uno nunca llega a conocer del todo a una persona, porque yo: Sufro de verborrea ocasional. Seguro que a ustedes también les ha pasado.

En ocasiones por el furor de un momento, puedes decir muchas cosas de alguien. Cosas que en el momento te proveen un desahogo emocional de valor incalculable, puedes sentir que quitas un peso de encima. El problema es que debes tener cuidado con tus palabras, con la manera de decirlas y sobretodo para elegir a la persona con quien vas a desahogarte. La frustración o el enojo del momento pueden pasar, pero las malas palabras que dijiste suelen tener mucho eco, mucha difusión. Siembran resentimientos, destruyen la amistad, carcomen el respeto. Son dañinas.

La verborrea ocasional es una especie de cáncer de las relaciones humanas, un mal para el cual no existe la quimioterapia, pero una enfermedad posible de prevenir.

Semillero de ilusiones efímeras

El Metro es una entidad recóndita que se precia de contar con su diversa y numerosa porción de personajes, comercios, tragedias, artistas, historias y su propio código de urbanidad. Para muchos capitalinos transitar a través de ese “Purgatorio subterráneo” resulta un evento infortunado e imposible de sortear en sus actividades diarias. Sin embargo, para quienes visitamos la ciudad de México, el metro deja de ser un requisito y se convierte en una experiencia que sobrepasa los límites del interés turístico, cultural e inclusive emocional.

A mi en lo particular en mis últimas visitas a la capital del país, me llama mucho la atención viajar en metro. Me gusta entrar en ese agujero de hormigas humanas cuyas vidas están interrelacionadas por la necesidad de inmiscuirse en los viajes diarios de la vida...ah!

Se sabe demasiado a partir de la simple observación de las personas: Su vestimenta, su manera de hablar, de reír, de moverse, los objetos que traen consigo, la estación en la que suben o bajan. Con sólo mirar imaginas qué hace cada uno, de dónde viene, a qué se dedicará. Pero lo mejor es considerar la idea de que probablemente después de ese minúsculo contacto de miradas, breves palabras o gestos jamás volverás a cruzarte por la existencia de esas mismas personas. Es raro, improvisado, perecedero: Compartir un instante, una casi fugitiva coincidencia en el espacio y el tiempo.

Hay tal cantidad de detalles en el metro, que pudieras observar todo el día, pero especialmente me gusta observar rostros y miradas. Hay personas que se hablan con sólo observarse entre si...y se dicen muchas cosas mediante el contacto visual. Ojos de nadie, que van regando miradas como semillas. Gente que se sabe reír con los ojos y que habla con las manos. Miradas furtivas que caminan sigilosas y chocan con otras, que después de varios choques quizá generan una sonrisa y después muchas, de varios colores. Todo converge, en ese orden: a veces inicia en un vagón, para terminar en el andén, en un pasillo, al salir, como parte del carácter improvisado implícito. Pero es como un bocadillo emocional que no amarga. Usar la palabra "miradas" más de tres veces en este párrafo, ni siquiera parece un error, porque es de ese ingrediente que se tejen las ilusiones de un rato.