Durante estas vacaciones estoy experimentando un síndrome. Algo que no sé si sea particular de mi o de mis circunstancias. Pero me está sucediendo, es inevitable.
El síndrome se caracteriza por
Ahora no tengo con quién platicar, ni sobre qué postear. Es posible que mis días en el ciberespacio estén contados, ya que ha dejado de ser algo atractivo y emocionante para mi. Y sin embargo, ansío encontrar un mensaje en la bandeja de entrada: uno que sí sea para mi.
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