lunes, 3 de mayo de 2010

Ubiquitous Mr. 66

Quizá estoy experimentando otra de las tristezas más confusas que he tenido en mi vida. Hace algún tiempo conocí a una persona muy inteligente que me brindó su amistad a través de un teclado y un monitor. Conversamos mucho porque tenemos el insomnio como algo en común, ya luego descubrí que algunas otras cosas, aunque nunca el pesimismo.

Hablamos sobre las almas gemelas, me ha hecho cuestionarme acerca de muchas cosas que ignoraba, me ha pasado algunos libros, pero lo que más le admiro es el enorme amor que siente por la escritura. Visito frecuentemente su blog porque me gusta cómo se expresa, tantas cosas que cuenta y cómo muestra su corazón tan sensible a través de las letras. Relata aspectos de su vida personal, de sus hijos, su esposa.

Hace días me contaron que él murió. Y yo lamento mucho su pérdida. La siento casi como la de un amigo cuya mano hubiera estrechado. El me apoyó en momentos muy malos, tenía ese don maravilloso de saber escuchar.

Me dijeron que murió durmiendo. Recuerdo que alguna vez hablamos de eso y de algunas noches en las que me mantengo despierta, porque me entra esa paranoia de no saber si esta noche es la última. Sigo ignorando cómo es posible crear lazos emocionales a través de unas letras con alguien a quien no conoces y a quien nunca verás.

Penetré un poquito en su vida y conocí al buen padre; al hombre amante del cine y de la música; afin también a la lectura; al que ayudaba a escribir cuentos a su hija Natalia; que sufría ardores en su pierna semejantes a la quemadura de una plancha; al buen guía de turistas en Guadalajara; al que llora en las bodas; al que planeaba un recital familiar en junio próximo; al capaz de hacer grato un inventario descriptivo de sus vecinos; pero sobretodo su gran afecto por la escritura y la noche. Y podría seguir...

Lamento mucho su muerte, pero me consuela pensar que pocas personas disfrutaron tanto de la vida como él. Sé que ahora está listo para emprender una nueva aventura. No me queda más que orar por él y agradecer a la vida por permitirnos coincidir en el espacio y el tiempo. Me tomé la libertad de transcribir un texto de él, uno de tantos que disfruté leer:



Hay quienes solo duermen y ya. Cierran los ojos de noche, los abren a otro día y ese tiempo es un vacío.

A mi me ocurren muchas cosas en una sola noche, por mencionar algunas además de los omnipresentes sueños, hay también: sofocadas y suspiros, tamborileos y silencios, rigores y relajamientos, meditaciones y reflexiones, sentidos agudizados y privaciones, sopores y lucideces, sonambulismos, hambres y sedes, ardores y comezonces, lisuras y rasposidades, aromas y sabores, sensaciones ajenas y propias, recuerdos y melancolías, ansias locas y autocontrol presencias y sombras, ausencias y familiaridades, música, calentaduras y enfriamientos, impulsos de leer y ganas de nada, temores y seguridades, dudas y convicciones, ruegos y agradecimientos, imaginación y planes, si hubiera’s y si no hubiera’s, Esperanza… y Fe.

No puedo decir que descanse… pero si que para todo lo anterior… las noches son muy cortas.

Daniel, para ti la belleza de tus noches ya es eterna.

2 comentarios:

  1. Me haces pensar que dormir es una pérdida de tiempo... intentaré no obligarme a dormir.

    Fijate que uno de mis temores es exactamente ése, morirme pero dejar a mucha gente en el limbo de la noticia. Tengo carios amigos de letras que tal vez no veré nunca, pero me aterra irme de éste planeta y no darles la noticia de que ya no estaré ahi.

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  2. Lo siento, yo no lo conocí más que por algunos de sus comentarios, pero me entristece.

    De niña me aterraba la idea de morir de otro modo que no fuera durmiendo, ahora, creo que sólo me da miedo morir con dolor.

    Abrazos!

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