Shell vive sola hace más de diez años. Todas las noches se acuesta a dormir en la más completa oscuridad, en el más absoluto silencio. Ya no se sobresalta cuando escucha los sonidos que origina el viento o cuando las ratas corren por la cocina. Duerme y no sabe si volverá a escuchar el repiquetear de las campanas de catedral anunciando la misa de siete por la mañana.
Se levanta, se viste de primavera, se pone color en los labios y enciende el aparato de radio…Hace muchos años Shell llora ante una frecuencia de AM. Sus emociones dependen de una palabra, de una llamada telefónica. Shell vive enamorada de una voz. Escucha con atención cada sonido, se regocija con la música, con las canciones que son para ella, todas.
Sentada en la pequeña silla de madera, asoma la vista a través de su pequeña puerta. Ve al taxista que se estaciona frente al hotel todos los días, al vendedor ambulante, a la señora que se dirige al mercado. Y después se deleita en su mundo de remiendos y ensartar de agujas.
-¿Cómo es Felipe Calderón?- me pregunta.
Y yo le muestro una fotografía y poco a poco le ilustro los rostros, le doy vida a todas esas voces. Y después intento darle respuesta a sus preguntas, a todo lo que escucha, a todo lo que no entiende, lo que no conoce. Aquellos que la visitamos somos su particular ventana al mundo. Shell nunca sale de casa.
Antes de que el Sol se oculte, debe comerse todo lo que está en el plato, casi es imposible porque ella ha perdido el apetito. Shell no sabe de sobremesas, ni de refrigerar la comida, no requiere encender el televisor o apagar su lavadora, tampoco sabe de contar minutos. El único aparato que existe en su casa, es su viejo radio de baterías. Se rige por la luz del día y antes de que oscurezca, reza en silencio sus oraciones y se dirige a la soledad de sus noches.
Shell es mi tía, pronto cumplirá ochenta años. Todos los días vocifero una oración por ella, por sus oscuridades, por sus sobresaltos durante la noche, por las lágrimas que derrama en silencio, porque además de su inmensa soledad padece el infierno de un amor no correspondido. Un tipo de amor que yo no comprendía, hasta que la vida me hizo experimentarlo en mi propia persona.
El planeta merece más ahorro de energía de mi parte. Y ella merece algo más que una oración.
Woooo!! tienes una tia de 80 años! yo ayer visite a mi bisabuela de 96, claro que se merecen mas que una oracion, y se lo estas dando, un rato de tu compañia, que se sienta lo que en verdad es, muy querida por su familia, por ti.
ResponderEliminarSaludos Xénit, tambien fue dificil para mi.
lale
Me recuerda a mi abuela que vive en tierra caliente. Ya está sola y aunque tiene electricidad, después de las ocho de la noche se queda sólo con una veladora en vaso encendida.
ResponderEliminarMis primos pequeños si siguieron la dinámica... apaaron las luces y prendieron las linternas. ¿qué contamina más? cuatro baterías alcalinas o la luz encendida.
holaa gracias por meme!!! lo contastaré en el siguiente post!!! esque acababa de postear cuando vi tu mensaje jojo!!!
ResponderEliminarun saludo
Nada fácil con esa edad. Pero cuánta paciencia y amor tenemos que ofrecer.
ResponderEliminarBesos.